miércoles, 26 de septiembre de 2012

El Fantasma del Capitalismo recorre el mundo


Tengo una hermana que se llama Fernanda, es la menor de los Núñez López y durante nuestra infancia fue mi protegida, de forma curiosa mis dos hermanos zurdos hacían equipo y yo formaba mancuerna con mi hermana que escribe, como yo, con la mano derecha. Curiosamente con los años las decisiones profesionales en la vida tuvieron un futuro parecido al de los equipos que hacíamos en la casa, los izquierdos se hicieron abogados y los derechos nos dio por la expresión creativa, en mi caso, es la obsesión compulsiva por el cine y en el de mi hermana Fer, las artes escénicas. Fer es una chica curiosa, tiene algunas características muy fuertes de una chava fresa y otras muy marcadas de una persona enojada, con pequeños y divertidos tintes de amargura; sus gustos varían en coordinación perfecta con esta dualidad que la define. Por ejemplo, tiene una obsesión con un personaje de caricatura y cuenta con una colección de parafernalia del dicha figura que raya en lo espeluznante. Es una clavada de los performance de danza más raros con los que uno se puede topar y al mismo tiempo adora los musicales más cursis en su formas teatrales y cinematográficas, su rango de lectura va de autores clásicos, complejos y actuales a best sellers de  los peores tipos. En el caso de sus gustos en cine, primero que nada existe el mismo encanto con el terror que nos transmitió el progenitor, pero también tiene una encanto por el cine Hallmark, que yo me explico como una ausencia total de filtros en su elección de dramas. No niego que sea capaz de disfrutar el buen cine, de conmoverse o fascinarse con cintas bien realizadas o perfectamente escritas, simplemente creo que su limite de placeres culpables es muy extenso. Además hay otro tipo de gusto que mi hermana pequeña satisface de forma perturbarte, hay un encanto terrible por volverse niña adolescente y emocionarse profundamente con historias cursis de niñas bobas buscando al príncipe azul, como por ejemplo, la serie de Twilight, y aunque sea capaz de reconocer los fallos, jaladas y hoyos de la historia, no deja de estar fascinada con el romance que por lo menos a mí, me ha desencantado de los vampiros. Estos gustos tan complejos la hicieron la compañía ideal para ver Cosmopolis, una peli que probablemente le causó dolores de cabeza a los publicistas que diseñaron la campaña de promoción, al no saber si debían venderle cine de arte a quienes detestan al actor o la guapura del muchacho a sus fans adolescentes, mi hermana parece ser el target perfecto.

Cosmopolis es la nueva película de David Cronenberg, un director al que se le puede seguir una línea de obsesiones clara en su filmografía, empezó su carrera con cintas sobre enfermedades y epidemias, casi todas sexuales mucho antes de que el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual se convirtieran en el foco de  atención de nuestra sociedad. Después pasó a realizar historias sobre deformación de la carne y su efecto en la mente, para después concentrarse en la degeneración psicológica de su personajes. Es posible que su nueva cinta anuncie un cambio más en sus obsesiones. Basado en la novela de Tom DeLillo, uno de los autores claves del posmodernismo gringo, se cuenta la historia del que el joven multimillonario Eric Packer quien tiene la necesidad absoluta de cruzar la isla de Manhattan en busca de un corte de pelo en un día en que el presidente visita la ciudad, una enorme protesta anti capitalista paraliza las calles, el velorio de un rapero se lleva a cabo en las calles y la moneda japonesa está quebrando al dólar estadounidense. La principal sorpresa de la cinta es que es protagonizada por Robert Pattinson, el mismo actor que interpreta al vampiro de la serie de Twilight, lo cual ya nos pone a todos un poco nerviosos. A Croneneberg no le es suficiente realizar una cinta que sucede principalmente dentro de una limosina, o la peligrosa comparación con el libro, además escoge a un actor que sus seguidores probablemente no aprueban y que no se ha destacado por sus habilidades histriónicas. De esta primera prueba puedo decir que el realizador canadiense sale muy bien librado, no sé que tan grande sea el rango de Pattinson, pero este personaje le queda a la medida, y lo trabaja de forma perfecta, entiende la ironía del guión y lo transmite en diálogos y gestos, lo cual se redondea de forma perfecta con el resto del reparto, desde una Juliette Binoche que se reencuentra con la  sensualidad que parecía haber pedido desde que se mudó a Hollywood, Samantha Morton que interpreta a su personaje con su habitual sutileza, un Paul Giamatti intenso y perturbado, Sarah Gadon que ya en su participación anterior con Cronenberg en A Dangerous Method nos había regalado esa frialdad elegante que la vuelve la pareja perfecta para Pattinson en la cinta y el resto de jóvenes que asesoran al personaje principal en su odisea por llegar al peluquero.

Como es costumbre el estilo visual del realizador de Crash es impecable, puedo imaginar muy pocos directores que encuentren una forma tan estilizada y elegante de filmar una cinta dentro de un coche; además logra darle a la ciudad de Nueva York una mirada tan diferente, haciendo que su visión de metrópolis en decadencia se aleje de todos los estereotipos y clichés que han rodeado a la urbe más importante de Estados Unidos. Cronenberg no es sólo un cineasta maduro en capacidad plena de realización, también sigue siendo un autor innovador que usa el lenguaje cinematográfico de forma original. Quizá la principal crítica que se le puede hacer a Cosmopolis es su frialdad, no porque esto sea malo por principio, sino porque la falta de construcción emocional durante los primeros dos tercios de la cinta le resta fuerza a un acto final que podría causar una catarsis emocional muy superior a lo que la cinta logra cuando empiezan los créditos.

Habiendo escrito todo esto, estoy consciente de que he separado elementos de la cinta para no hablar del todo, principalmente porque no sé aun qué pienso de la peli, en parte porque me causó una sensación fuerte de que es un proyecto terminado a medias, en el que falta la voz del autor, una historia cuya principal motor son diálogos alrededor del capitalismo y sus efectos en el mundo contemporáneo tiene la posibilidad de encontrar una forma más clara de establecer sus hipótesis. No obstante, la cinta no es un panfleto de izquierda, tampoco es una crítica social sobre los resultados del sistema económico, es más bien una reflexión sobre a dónde nos ha traído, desde el punto de vista de alguien que se ha beneficiado por la forma en que las cosas funcionan y de ahí explorar el valor de las cosas, el significado de aquello que uno posee o que no puede comprar, la explicación detrás de todo aquello inútil que poseemos dependiendo de nuestras posibilidades. Los personajes de la cinta suben y bajan de la limosina reportando el estado del mundo a una persona que es dueña de todo lo que lo rodea, especialistas de todo tipo lo acompañan en su viaje debatiendo el significado del dinero y tratando de pronosticar un final que está sucediendo a su alrededor y que podemos ver desde las ventanas del coche donde viajan, un doctor que descubre que la próstata de nuestro protagonista es asimétrica y un violento luchador social que se enorgullece de haber aventado pastelazos a las personas con mayor seguridad del planeta. Justo este es el tema que no me termina de convencer, no quiero que Cronenberg me diga qué es bueno y qué es malo, pero si que dé el paso completo al criticar a los manifestantes que luchan contra el poder durante el día, para terminar con la consciencia tranquila en la noche de haber dado la batalla aunque nada cambie de verdad, que con fuerza le dé el golpe a su protagonista al que no le permiten comparar la Rothko Chapel o usar el bombardero nuclear ruso que guarda en una bodega en Nuevo México.

Al final la cinta empieza a ser una clase sobre los diferentes aspectos del mundo capitalista y deja de ser una película sobre el personaje y su tema. Definitivamente tengo que ver la peli una vez más, con calma y con pausas para absorber toda la información que entrega; sin embargo, no puedo dejar de pensar que con sus virtudes y defectos, Cosmopolis es una de esas rarezas con las que es difícil toparse en las salas de cine.

Punto y aparte.

Hoy mientras ordenaba mi cabeza para escribir la entrada que acaban de leer, me enteré de la muerte del Alonso Lujambio, y no puedo dejar de pensar en el hoyo que sigue en mi estómago desde que leí la noticia. Alonso fue mi maestro cuando pasé por la Ciencia Política, sus clases fueron una de las cosas que me dejaron mejor sabor de boca en aquella etapa. Era un hombre que desbordaba pasión por su tema durante las clases, tengo muy clara en la cabeza la vez que contó como nació el Senado mexicano, o la impresión tan fuerte que le causaba la ingeniería constitucional que diseñaron los priístas para conservar el poder. Siempre que busqué su asesoría para algún trabajo o escrito salí con la tarea de encontrar una enorme bibliografía sobre el tema consultado, después de que con emoción buscó todo lo relacionado con la inquietud con la que me había presentado. La última vez que lo vi, todavía estaba entero, sonriente y amable. Que descanse en paz Alonso Lujambio.



miércoles, 29 de agosto de 2012

Se los juro que así pasó


Mi amigo Enrique es un tipo sociable, cumplido, inteligente, disciplinado y obsesivo. Cuando yo lo conocí, hace ya más de 10 años, usaba aretes en ambas orejas, anillos que parecían tuercas en los dedos de las dos manos, cargaba su cámara a todos lados, bailaba salsa bajo cualquier excusa y no le gustaba leer ficción, es decir leía mucho ensayo, filosofía y análisis, pero no era gran fanático de leer novelas o cuentos. Hoy en día Enrique viste traje todos los días para ir trabajar, su orejas y dedos están libres de metales, la cámara ahora es parte de su teléfono, baila tango bajo cualquier excusa y sigue sin leer ficción. A mí me gusta leer, con los años he bajado mucho el ritmo de mi hábito, el internet, netflix y las tabletas me han distraído amablemente de consumir libros al ritmo de antes. Desde hace unos años mis lecturas se intercalan entre textos técnicos de cine, música, ficción, historia y uno que otro caso de zombis. Mi amigo Esteban lee mucho, y entre las cosas que hemos comentado se encuentran diferentes variedades de textos, pero últimamente ha limitado su selección a libros sobre música, simplemente porque la cantidad de volúmenes que quiere consumir sobre el tema le deja nada de tiempo para explorar otras cosas. Mi primo Eric lee terror, cada vez que lo he visto con un libro se trata de una historia de miedo.

Una de las coincidencias que tengo con la mayor parte de mis amigos cercanos es su afición al cine, no es parte del requisito para escoger amigos, pero me gusta mucho ver películas, comentarlas, leer y escribir sobre ellas, por lo tanto con los años me acerco mucho a quienes quieren ir al cine y hablar sobre el tema. Creo que puedo definir bastante bien que tipo de pelis le gustan a mis amigos, rara vez equivoco en una recomendación y aunque cada uno tiene preferencias con estilos, géneros o temas, no conozco a nadie que sólo vea un tipo de pelis en particular, es decir, a mi me encanta el terror, pero no limito a ese género mi selección de pelis, a mi amigo Manlio le gusta la introspección y poesía visual, pero disfrutó enormemente Dark Knight, y mi amigo Enrique, que no lee ficción no se limita a ver documentales exclusivamente.

El documental es un género que ha ido creciendo en mi, de niño me sonaba a clases, algo aburrido donde aprendías algo; de adolescente creía que se trataba de un género frío sin  fuerza visual ni capacidad emocional. Ahora puedo decir que en mi colección de películas se encuentran documentales que admiro y disfruto revisar y compartir con otras personas. Esto no sólo me ha pasado a mi, creo que hay una audiencia cada vez mayor para el género, en parte porque el video y los foros alternativos le han abierto un espacio importante y también porque ahora hay documentalistas como Michael Moore que se han convertido en estrellas y le abren el camino a otros realizadores. También me parece que los documentales han ido encontrando poco a poco temas menos académicos y formas más creativas de contar sus historias. Con esto no quiero decir que antes no se hacían buenos documentales, simplemente el formato era más rígido y los presupuestos más restringidos.

A los documentales le entré de lleno después de ver uno que produjo David Lynch, titulado Crumb, sobre la vida y obra del caricaturista underground de los años 60. Al verlo descubrí una de esas historias que superan a la ficción por todos lados y de hecho si alguien escribiera ese guión sobre esos personajes, no podría pensar que las cosas son creíbles. Ya más abierto al género descubrí American Movie, Dark Days, , los increíbles esfuerzos de Juan Carlos Rulfo con sus poemas de temas como el segundo piso del periférico y los viejos que conocieron a su padre, las increíbles historias judiciales de Paradaise Lost y Capturing the Friedmans y los musicales del Buena Vista Social Club y Metallica Some Kind Of Monster. Los documentales sociales como Darwin’s Nightmare o Devil´s Advocate han encontrado la forma de usar el formato para acercarse a un tema de forma académica y seria pero usando todas las herramientas visuales y narrativas para construir una película completa que no tienen nada que pedirle a la ficción. También existen los casos de los docus más abstractos como Sans Soleil de Chirs Maerker o la obra perfecta y en tercera dimensión de Wim Wenders, la cual es una experiencia tan increíble que me parece difícil de transmitir con palabras, puedo citar a mi ex jefa Lillián diciendo “es un experiencia visual que todo el mundo debería sentir” o a mi amiga Beriana, quien opina que es una de esas cosas que le devuelven a uno la fe en la humanidad, o la llamada emotiva que recibí de mi amigo Raúl cuando salió del cine para decirme que era una obligación ver Pina. La lista podría seguir pasando por los ególatras documentales de Bergman sobre él mismo y las increíbles experiencias que crea Herzog cuando nos cuenta ficción.

The Imposter inicia con la historia de un niño de 14 años que desapareció misteriosamente en San Antonio, Texas en al década de los 90. Una breve serie de entrevistas antes de los créditos iniciales nos describen el dolor de la familia que vive sin saber que le pasó al niño. Tres años después en un pueblo español el muchacho aparece, le ha cambiado el color de los ojos, tiene un acento francés cuando habla inglés y el cabello se le oscureció. Sin intención de crear suspenso sabemos que el tipo es un impostor que logró hacerse pasar por el desaparecido por varios meses consiguiendo nacionalidad y pasaporte americanos. Este documental es una de esas historias que si fuera real, la descartaríamos fácilmente porque nadie podría creer que toda esta gente puede ser engañada de forma tan sencilla y obvia, de hecho pronto en la historia comenzamos a preguntarnos si no se tratara de un documental falso. Sin embargo, la historia avanza y los detalles y el material noticioso nos va convenciendo de la realidad de este hecho tan inverosímil. La cinta se construye a partir de los testimonios de los actores principales de la historia, el impostor que resulta ser un tipo totalmente franco y carismático, la madre y hermanos del niño, y agentes de policiales de diferentes tipos. La narración es bastante lineal y cuenta con reconstrucciones dramatizadas para reforzar lo que nos cuentan, esto en un principio ayuda a profundizar la sensación de que estamos viendo una ficción, pero conforme avanza la cinta, va ayudando a fortalecer el ritmo, claridad y construcción emocional del proyecto. Una de las cosas que resultan maravillosas del documental son los personajes, sin que sea la intención principal, la cinta es un retrato de algunos sectores bastante típicos de Estados Unidos: la familia de clase media baja que raya en lo white trash, el detective privado pueblerino que se obsesiona ante un caso verdadero y lo sigue más allá de lo que es capaz de entender o interpretar,  los servidores públicos demasiado precavidos para no cometer nada que pueda ser considerado políticamente incorrecto, pero sobre todo el impostor, mitómano y maravillado de lo lejos que ha llegado su mentira, rayando ya en la necesidad de ser descubierto. La historia se cuenta de manera ágil, todas las entrevistas agregan algo y van construyendo la explicación definitiva, la que hace que todo lo que parecía poco creíble se explique; el director lo hace de tal forma que cuando sucede la vuelta de tuerca, nos parece imposible que no lo hayamos visto antes.

Sin lugar a dudas la primera condición para un gran documental es encontrar un buen tema o una historia real maravillosa, pero el resto es cuestión de habilidades narrativas y uso del lenguaje cinematográfico, en el caso de The Imposter, estamos hablando de un buen director que realiza su oficio de forma impecable y nos regala una de las películas que hay que ver este año.

Les dejo el trailer:
http://www.youtube.com/watch?v=2LuFOX0Sy_o





miércoles, 15 de agosto de 2012

Ruby Martes


Frecuentemente me sucede que cuando recomiendo una película la gente me pregunta de qué se trata. Esa es una de las preguntas que más odio en la vida, no es que mi recomendación deba ser suficiente para que alguien vea una peli, o que pasa es que, por una lado, a mí me choca que me cuenten las pelis, mientras menos sepa antes de que se apaguen las luces mejor y, por el otro, creo que la dirección influye mucho en la forma en la que se cuenta una historia. Un buen ejemplo de esto es Amelie de Jean Pierre Jeunet, en papel es la historia de una chica linda e inocente que decide hacer mejor la vida de quienes la rodean, en lo personal ese cuento me da flojera, pero al ver la cinta se puede descubrir mucho más. La forma es complento total del fondo en cuanto al cine, no sólo se trata de que el guión sea bueno, eso es únicamente el primer paso para hacer una buena película, además es necesario que el equipo de filmación logre capturar imágenes llenas de decorados, vestuarios y luces que den paso a una post producción que permita al editor, diseñador de sonido, músico, etcétera, la oportunidad de armar una pieza que por lo menos funcione, lo ideal es llegar a crear algún tipo de sentimiento, de perecepción, incluso con lo que odio el concepto, llegar a dar un mensaje. Por esto, casi siempre mi primera pregunta cuando alguien me recomienda una peli es quién la dirirge, simplemente porque el realizador de una peli es la persona que coordina y tiene decisiones finales sobre todos los aspectos de la película, desde detalles del guión, colores en pantalla, tonos de la actuación, hasta estilo de edición y selección de la banda sonora.

Histórcamente los directores que tienen más libertad creativa sobre sus películas son aquellos que pagan por sus cintas; sin embargo, la experiencia demuestra que al día de hoy, los directores que recientemente financiaron sus pelis (ni Mel Gibson, ni Steven Spielberg, ni George Lucas) no tienen intención de correr riesgos, hacer algo especialmente original o siquiera diferente a lo que harían con dinero de otras personas. Luego están los que han dado batallas por terminar su película a su modo, Terry Gilliam, Ridley Scott y Luis Buñuel han peleado para conservar la historia que quieren contar intacta de las manos de las grandes casas productoras que después de haber invertido mucho dinero no quieren correr el riesgo de finales ambiguos o tristes. Después vienen los directores independientes, que sacrifican parte de su presupuesto para realizar una película personal bajo sus propias reglas, los David Lynch, Woody Allen o Jean luc Godard del mundo son quienes genralmente intercambian los problemas de financiamiento por la libertad creativa. Finalmente están todos los demás realizadores que a veces comprometen su obra y a veces venden su trabajo a cambio de poder hacer algo más interesante en un futuro próximo, en esa lista caben desde Martin Scorsese hasta Alfonso Cuarón. Analizando todos los tipos de directores me vienen dos excepciones a la mente, la primera es Stanley Kubrick que después de la experiencia con Spartacus decidió no volver a filmar sin tener control total de la forma y fondo de la peli y nunca aceptó recortes de presupuesto ni prisas por dinero, sus últimas 7 películas se hicieron bajo sus reglas y exactamente como él quería hacerlas. La segunda excepción es Wong Kar Wai, realizador chino que tiene un esquema de producción único en el mundo. El señor director se sienta a escribr un guión y cada vez que hay que tomar una decisión sobre el camino que debe tomar una historia decide dividir el guión en dos y explorar ambos caminos, esto se empeiza a complicar cuando cada camino debe tomar otros y de pronto existen 10 versiones de la misma historia , las cuales se filman completamente, por lo tanto las cintas más grandes de Wong Kar Wai tienen montones de finales no sólo posibles, sino filmados e includo editados para que la decisión del camino que debe tomar la película se tome con un producto terminado y una vez escogida la versión de la historia que se presentará al público, las otras simplemente se deshechan, no se usan para extras de DVD, ni para ninguna otra finalidad. Esto hace al realizdor chino el director con más libertad en la historia del cine.

Todo este razonamiento aparece en mi cabeza porque después de ver Ruby Sparks, pensé que a la pareja de realizadores Jonathan Dayton y Valerie Farris les hubiera convenido trabajar bajo el esquema de Wong Kar Wai. La cinta parte de una premisa divertida, un joven escritor medio inadaptado, solitario y sumamente neurótico comienza a enamorarse del peronaje principal de la nueva novela, después de años de no publicar, se encuentra horas frente a la máquina de escrbir describiendo una mujer a la que se siente conectado y no puede dejar hasta que un día dicha mujer se materializa en su casa y se vuelve una persona real, entonces la historia que estaba escribiendo se vuelve parte de su vida diaria. En principio, la historia me recuerda a un cuento de Woody Allen donde el personaje principal se obsesiona con Madame Bovary al punto de entrar en la novela para seducirla y después sacarla del libro de Flaubert para llevarla a vivir con él. También creo que la película que describo tiene una referencia clara a Stranger Than Fiction donde el personaje principal descubre que su vida es parte de una novela donde su autora pretende matarlo. En este caso, la cinta de los creadores de Little Miss Sunshine comienza a tomar un camino original cuando parece que puede convertir la premisa en un gran romance, no sólo una linda comedia romántica, sino de verdad una historia conmovedora sobre el tiempo en que dos personas se enamoran. Sin embargo, de pronto siento que el guionista tuvo frente a si mismo dos caminos, el primero era continuar juagando con la relación increíble que estaba estableciendo entre al autor y su obra, hacer una película donde el protagonista debe decidir entre su obra y su felicidad y el segundo fue el moral, llevarnos al camino donde el personaje aprende algo de sí mismo, cambiar y acceder a un final feliz por medio de segundas oportunidades en la vida.

La cinta funciona, de hecho es una película linda y la realización es buena, la fotografía impecable y Paul Dano una vez más demuestra que es un gran actor capaz de cargar con el peso de una película entera sobre sus hombros. No debería de juzgar la cinta por los caminos que no tomó, pero desde que empezó a desviarse de la posibilidad de ser algo complejo, nuevo y arriesgado fui sintiendo como la idea original  se convertía en una anécdota divertida en lugar de ser tema central de una película. No quiero revelar muchos datos sobre el camino que toma la historia, la cinta es capaz de hacernos pasar un buen rato y conozco a mucha gente que va a disfrutarla enormemente; no obstante, creo que el camino que tomaron el guionista y los directores confirma perfecto que describir una premisa no es suficiente información para saber si una cinta vale la pena, es necesario que los autores tengan la capacidad de comprometerse con sus historias y la visión de hacerlas memorables.


Trailer:

http://www.youtube.com/watch?v=W4RJYlSgDKM

miércoles, 8 de agosto de 2012

El Vértigo del Ciudadano Kane


Yo tengo una amiga que se llama Patricia, de cariño le decimos Paty pero a ella le gustaría que la llamáramos Patri. Es una chica de muchos talentos, entre buenas aptitudes organizacionales, un casi nulo sentido de la pena, disposición innagotable para sus amigos y una tendencia a dar clases, consecuencia directa de lo buena estudiante que es. A Paty le gusta ir al cine, principalmente por sociable, le gusta convivir y el antes y después de la película es siempre un buen momento. A Paty le gustan las películas románticas, las muy lindas y las muy trágicas, constantemente me pide que le recomiende pelis de amor, las cuales son pocas en mi repertorio, o por lo menos las que ella busca para encontrar un sentimiento en particular. Debo admitir que son pocas las veces que salgo del cine pensando esto le va a encantar a Paty, pero las veces que lo he hecho, doy perfecto en el clavo. Dentro de la obsesión de buena alumna que tiene mi amiga, está la de tener la buena voluntad de ver pelis que le parecen obligadas porque son clásicos, porque son tema de conversación o porque alguien que respeta le dijo que hay que verla. Y así creo que a veces se obliga a ver pelis que no necesariamente disfruta o tiene muchas ganas de ver.

La semana pasada, la revista del instituto británico de cine, Sight and Sound, publicó como lo hace cada 10 años desde 1952 su lista de las 50 mejores películas de la historia. La noticia que impactó entre los geeks del cine es que por primera vez desde que se publica la opinión de críticos y cineastas, Citizen Kane de Orson Welles no es la primera en la lista, en esta ocasión Vertigo del inglés Alfred Hitchcock tomó el primer lugar de la lista. Yo, como mi amiga Paty, me puse a hacer la tarea y, cuando me definí como amante del cine, comencé la interminable tarea de ver a los clásicos, a algunos los vi demasiado temprano en mi vida (Bergman, Buñuel, y Antonioni se disfrutan más con la edad), y a otros justo a  tiempo antes de que se echaran a perder con la edad. Cintas como Citizen Kane y el El Acorazado de Potemkin fueron clases obligadas porque aparecían en cualquier lista de historia del cine. Confieso que a primera vista ninguna de las dos me pareció gran cosa, la peli de Welles tenía uan historia interesante pero se sentía un poco fría y la de Einsestein era un poco aburrida y repetitiva, fue hasta las clases de cine y apreciación que entendí cuál era el asunto con aquellos clásicos, no sólo eran técnincamente impecables, sino inventaron la mitad del lenguaje cinematográfico que conocemos hoy en día y poco a poco, conforme fui aprendiendo más de cine, fui enamorándome más y más de de las razones que hacían la ópera prima de Welles la mejor peli de la historia.

Con los años le he dado menos relevancia a la opinión de los expertos en cuanto a qué me gusta y qué me parece lo mejor. Por ejemplo, no me parece que The Artist es la mejor película del año pasado a pesar de todas las listas de críticos o premios de distintas academias y con todas sus grandezas técnicas, no pondría a Citizen Kane en mi top ten de las mejores pelis de la historia; sin embargo, disfruto mucho leer las listas oficiales y las críticas de algunos personajes, además, disfruto mucho más hacer la tarea y ver las películas favoritas de mis directores favoritos. Cuando leí la nueva lista de Sight and Sound, me causó impacto que la reinante indiscutible por 50 años perdiera su lugar, lo hizo con dignidad contra una de las mejores pelis de Hitchcock. Vertigo no es mi peli favorita de su director; sin embargo, reconozco que es una de las cintas más disfrutables de su obra. La trama es una construcción constante que dura casi hora y media para regalarnos un segundo acto  estremecedor que incluye suspenso, sorpresas y un reflejo increíble de un hombre obsesionado con un amor perdido. Para todos aquellos interesados en el cine del maestro del suspenso, Vertigo es la mejor opción para entrar a su cine, includo más que Psycho. Hitchcock hace uso de todos los recursos posibles del lenguaje cinematrográfico para contar su historia, incluso la loca secuencia donde James Stewart sufre pesadillas por la trágica pérdida de su amor que con los estándares visuales de la actualidad podría parecer vieja, sigue funcionando a la perfección dentro del contexto de la peli.

Dicho todo esto me pregunto si la contribución de la película al cine y su lenguaje es mayor a la que hizo Orson Welles con su primera película, también me gustaría saber si cuenta que el realizador gringo empezó su carrera con su película más famosa y que la del realizador inglés es la obra de un director con experiencia que ha podido experimentar y aprender con el paso del tiempo.

Más allá de intentar entender si es justo o no el cambio en la mejor película de la historia, me gusta comprobar que la razón principal por la que se movieron los lugares en la lista es el número de votantes, lo cual es producto del internet. Es decir, han salido tantos críticos y especialistas a través de la red, que el número de votantes se incrementó y al parecer una nueva generación se siente más cercana a Hitchcock que a Welles. Los votantes han dado un brinco de 18 años en el tiempo y ahora la mejor peli de la historia es a color y probablemente más cercana a nuevos aficionados al cine, aunque seguramente a las personas más jóvenes que lean estas palabras les siga pareciendo que una cinta de 1959 sigue siendo demasiado vieja.

Vertigo debutó en la lista en 1982 y fue ascendiendo cada 10 años, en el 92 entró al top ten y en 2002 estaba en la posición número 2, quizá en 20 años podamos tener 2001. A Space Odessy en primer lugar o el más reciente ingreso Mulholland Drive puede seguir subiendo conforme los votantes se van identificando con generaciones de cineastas más recientes. También puede ser que los cambios sucedan más lento y le vaya tocando a Bergman y a Goddard y a Fellini su lugar en la lista. Por hoy termino recomendando la cinta de Hitchcock, bien vale hacer la tarea y entrtenerse con la flamante nueva mejor peli de la historia.

La Lista completa de 2012:

Alfred Hitchcock, 1958 (191 votos)
Orson Welles, 1941 (157 votos)
Ozu Yasujiro, 1953 (107 votos)
Jean Renoir, 1939 (100 votos)
FW Murnau, 1927 (93 votos)
John Ford, 1956 (78 votos)
Dziga Vertov, 1939 (68 votos)
Carl Dreyer, 1927 (65 votos)
10.
Federico Fellini, 1963 (64 votos)
Sergei Eisenstein, 1925 (63 votos)
Jean Vigo, 1934 (58 votos)
Jean-Luc Godard, 1960 (57 votos)
Francis Ford Coppola, 1979 (53 votos)
Ozu Yasujiro, 1949 (50 votos)
Robert Bresson, 1966 (49 votos)
Kurosawa Akira, 1954 (48 votos)
17= Persona
Ingmar Bergman, 1966 (48 votos)
19. Mirror
Andrei Tarkovsky, 1974 (47 votos)
Stanley Donen & Gene Kelly, 1951 (46 votos)
Michelangelo Antonioni, 1960 (43 votos)
Jean-Luc Godard, 1963 (43 votos)
Francis Ford Coppola, 1972 (43 votos)
24= Ordet
Carl Dreyer, 1955 (42 votos)
Wong Kar-Wai, 2000 (42 votos)
Kurosawa Akira, 1950 (41 votos)
Andrei Tarkovsky, 1966 (41 votos)
David Lynch, 2001 (40 votos)
29= Stalker
Andrei Tarkovsky, 1979 (39 votos)
29= Shoah
Claude Lanzmann, 1985 (39 votos)
Francis Ford Coppola, 1974 (38 votos)
Martin Scorsese, 1976 (38 votos)
Vittoria De Sica, 1948 (37 votos)
Buster Keaton & Clyde Bruckman, 1926 (35 votos)
Fritz Lang, 1927 (34 votos)
35= Psycho
Alfred Hitchcock, 1960 (34 votos)
Chantal Akerman, 1975 (34 votos)
Béla Tarr, 1994 (34 votos)
François Truffaut, 1959 (33 votos)
Federico Fellini, 1960 (33 votos)
Roberto Rossellini, 1954 (32 votos)
Satyajit Ray, 1955 (31 votos)
Billy Wilder, 1959 (31 votos)
42= Gertrud
Carl Dreyer, 1964 (31 votos)
Jean-Luc Godard, 1965 (31 votos)
Jacques Tati, 1967 (31 votos)
Abbas Kiarostami, 1990 (31 votos)
Gillo Pontecorvo, 1966 (30 votos)
Jean-Luc Godard, 1998 (30 votos)
Charlie Chaplin, 1931 (29 votos)
Mizoguchi Kenji, 1953 (29 votos)
Chris Marker, 1962 (29 votos)

jueves, 2 de agosto de 2012

De Roma a Tijuana


Mi amigo Stephen es un compañero de escuela, estudiamos cine juntos y hace poco terminó su primer largometraje. Motion Sickness es una peli que me cuesta trabajo analizar objetivamente porque trabajé en la mayor parte de su realización y por lo tanto me es imposible separarme de los recuerdos, cuestiones técnicas y gente que fueron parte de la experiencia. Hace poco leí un artículo que publicó una revista en línea sobre el estreno de la cinta en un festival californiano (http://www.hollywoodinvestigator.com/2012/motionsickness.html). En uno de los momentos del artículo, el autor hace referencia a fragmentos de una conversación que tuvo con el director de la peli, en donde rápidamente menciona a 3 influencias claras en la peli, David Lynch, David Cronenberg y Darren Aronofsky, lo cual no es sólo claro la ver la cinta, además recuerdo que son directores que fueron una constante en nuestras conversaciones sobre cine.

Cuando me preguntan por mi director favorito, generalmente respondo David Lynch, quizá porque Mulholland Drive es la peli a la que más regreso en momentos específicos de mi vida, pero si se tratara de hablar de influencias temáticas y visuales no puedo decir que tengo una respuesta tan clara, el último cortometraje que hice, está lleno de referencias a John Carpinter y a las primeras pelis de Sam Raimi, pero no puedo decir que ese sea el cine que más me mueva o me motive. Soy fan total de Halloween y de Evil Dead,  visualmente intenté emular muchas cosas que vi en esas películas, aunque la temática no sea exactamente parecida. Cuando pienso en todo esto, me acuerdo que Kubrick decía que la única clase de cine que vale la pena es una comparación entre Chaplin y Einsestein, el primero era un director muy sencillo, su estilo no es nada especial, filmaba de la forma más típica y convencional posible, pero las acciones que sucedían en pantalla eran muy divertidas e interesantes. En cambio el realizador ruso fue uno de los mayores creadores del lenguaje cinematográfico, su estilo visual mejora con cada peli, sus propuestas eran cada vez más innovadoras y hacían de la experiencia de ir al cine, una cosa retadora visualmente, pero siempre estuvo limitado en sus historias por la dictadura comunista, reduciendo sus pelis a propaganda política. Kubrick decía que lograr integrar estas dos formas de hacer cine era a lo que debía aspirar todo cineasta.

Siguiendo mi tren de pensamiento, quiero escribir sobre dos películas muy diferentes, pero de dos directores que podrían ser un símil contemporáneo a lo que decía Kubrick.

Woody Allen es uno de los cineastas más importantes en al actualidad, no sólo por ser el único director que hoy en día realiza una peli por año desde hace 45 años, sino porque con el paso de ese tiempo ha refinado un estilo visual y dramático propio y reconocible para su audiencia. Es rara la vez que el realizador de Nueva York nos sorprenda con un largo nuevo en cuestión de tomas, e incluso cuando lo hace es sólo una versión extrema de la forma en que filma habitualmente. Sin embargo, sus historias están llenas de originalidad, diversión, fuerza y diálogos estupendos.

Oliver Stone es un director bastante desigual, tiene unas películas excepcionales y  otras bastante cuestionables, sin embargo durante mucho tiempo ha ido desarrollando un estilo visual en varias de sus cintas bastante único e innovador. Sus historias casi siempre cojean de romanticismo excesivo y opiniones demasiado radicales sobre los temas que trata, él mismo reconoce que está más interesado en la forma de contar la historia que en la historia misma. En esta semana pude ver las últimas pelis de estos dos directores.

Woody Allen se ha cansado de Nueva York, tiene ya varias cintas que ha decidido filmar en Europa, empezó por Londres, pasó por Barcelona, se ganó un Oscar con una fantasía en París y hoy le tocó a Roma, la urbe italiana que fue personaje central de cine de Fellini. To Rome With Love es una peli floja, sigue a varios personajes en la capital italiana. Está la historia de la pareja italiana provinciana que no puede con la gran ciudad, la del arquitecto millonario que recuerda su pasado romántico e idealista, la del italiano que parece ser la antítesis del Proceso de Kafka donde el personaje se vuelve famoso y asediado sin explicación alguna  y la del gringo que quiere transformar en cantante de ópera a su consuegro que sólo canta bien en la regadera. Ninguna de las historias mencionadas se relaciona con otra, lo único que tienen en común es la ciudad donde suceden. A ratos da la impresión que Allen pegó cuatro guiones que prometían como idea original, pero no alcanzaban para una película completa y con muchas ganas de filmar en Roma y una par de adaptaciones para hacer referencias ingeniosas a la cultura local, se convirtieron en el nuevo proyecto de Woody Allen. Justo esto es el principal problema de la cinta, que realmente nunca amarra, es decir, le dedica tan poco tiempo a cada fragmento que ninguna termina por atraparnos o por desarrollarse lo suficiente para hacer un punto, quizá la historia del famoso es la que mejor funciona en este formato, la de la pareja y la de la ópera se quedan cortas, pero la verdad es que no tendría ningún interés en saber más de ellas; la del arquitecto es quizá la más compleja pero se parece tanto a otros guiones del mismo autor que se vuelve completamente predecible. Todo esto nos deja con una cinta débil, muy bien casteada, bien actuada, bien filmada pero un poco sin chiste. Aún así, el director de casi 77 años logra mantener la dignidad durante toda la peli, parece que él mismo está consiente de la debilidad de su guión y justo por eso desaparece cualquier pretensión y la peli acaba en un tono justo y lógico, no hay intentos terribles por hacer de esta historia algo que no es; al final ese esfuerzo sigue siendo mejor que casi todas la pelis que veo generalmente.

Oliver Stone parece haberlo dado todo, el estilo visual que lo caracterizaba se  estancó y más bien parece que va para atrás, Savages es una de las pelis más mediocres e irritantes que ha realizado un director importante en mucho tiempo, esto es mucho decir tomando en cuenta que no tiene tanto que Stone hizo Alexander. La cinta inicia mal, una voz en off absolutamente innecesaria que pertenece a una mujer que es personaje esencial de la historia nos explica lo que estamos viendo en pantalla, lo cual está de más porque nada es así de complejo. Pero el problema principal con nuestra narradora es que parece ser omnipresente, sabe todo de todos, aunque se pase la mayor parte de la peli encerrada en un cuarto y no tenga contacto alguno con varios de los personajes que describe en la peli. Esto no sería tan grave si la historia avanzara a algún lugar interesante, pero sólo se arrastra en secuencia tras secuencia abusando de clichés y retratando mitos mal entendidos sobre la crueldad de las cárteles mexicanos. No hay un solo personaje con el que nos podamos identificar, los malos son caricaturas mal pintadas y los buenos son absolutamente insoportables, en su historia, en su desarrollo y en sus actuaciones. La película carece totalmente de lógica, los muchachos chichos fuman mota hasta en los momentos donde se requiere más concentración y los malos, que son capaces de idear planes espectaculares en un principio, caen siempre en las trampas más tontas, la red de traiciones y vueltas de tuerca se establece sin ningún intento de construcción, simplemente suceden cuando parece que el argumento se topó con una pared y es hora de llevarlo en el sentido contrario. Incluso el final resulta ser una especie de broma mal contada donde al estilo total de Wayne’s World, el director aplica el Deus Ex machina más chafa de la historia y cambia del final lógico al final feliz sin pasar por el final Scooby Doo. Si todo esto no fuera suficiente, la primera vez que leí que existía esta cinta, incluía una entrevista de Stone dando su opinión sobre el narco en México, lo cual me hace pensar que el señor cree que hizo una cinta relevante para aportar algo a la discusión de la violencia generada por los cárteles y me doy cuenta que el director de JFK es incapaz de guardar un poco de dignidad.

Creo que casi todos los directores tiene en su obra alguna peli mala, algunos fallan intentando hacer cosas demasiado ambiciosas, otros deciden esforzarse menos en un guión que quizá no merece toda su capacidad, algunos hacen lo que pueden con proyectos controlados por gente ajena al proceso de filmación. Existen los que nunca se recuperan del tropiezo y los que regresan de forma impresionante, lo preocupante es cuando un cineasta falla y no es capaz de darse cuenta que necesita dar una vuelta para tomar otro camino.





To Rome With Love:
http://www.youtube.com/watch?v=WIbYqxqtP38

Savages:
http://www.youtube.com/watch?v=KC2zbOwbeEs

lunes, 23 de julio de 2012

Batman Ends


Mi hermano Néstor es dos años más chico que yo, estudió derecho, le gustan las comedias de Adam Sandler, la música de boda, y el fútbol. Crecimos juntos en la misma casa y durante muchos años compartimos cuarto, juguetes y algunas amistades; sin embargo, conforme fuimos creciendo, nuestros intereses no pudieron volverse más diferentes, a él le gustaba jugar todo tipo de deportes al aire libre y a mí me gustaba encerrarme en mi cuarto a escuchar música, él ponía la estación de radio de moda y le gustaba casi cualquier cosa que tocaran y yo pasaba horas grabando cassettes con música cuidadosamente escogida para el estado de ánimo que reinaba en alguna semana. Los domingos mi hermano pasaba la tarde esperando el partido del América y yo aprovechaba para ver dos o tres películas en plaza universidad. Una vez superada la adolescencia, ambos empezamos a practicar la tolerancia y encontrar terrenos en común, discusiones sobre política, discos viejos de U2, partidos de la selección en mundiales y películas épicas de acción, en especial estrenos de verano llenos de efectos especiales y explosiones.

La primera vez que trabajé en un comercial grande con muchos efectos especiales, empecé a desarrollar una fascinación por la complejidad técnica que requiere hacer compuestos visuales, desde la planeación, la ejecución en el set y las horas de diseño que se pasan en la post. Y así se abrió la posibilidad de ver muchas más películas. Cada vez que veo un trailer lleno de seres digitales, robots o batallas impresionantes, no puedo evitar ir al cine y pasar horas analizando como hicieron cada uno de los trucos que se ven en la pantalla, principalmente por esta razón me he vuelto adicto a los estrenos de verano, desde Lord of the Rings, hasta los G.I. Joe. Y aunque casi siempre los mejores efectos especiales coinciden con las mejores películas (Matrix, District 9, Black Hawk Down), debo confesar que he disfrutado pelis terribles sólo por la manufactura de sus efectos especiales (Matrix Revolutions, Transformers, The Day After Tomorrow). Los efectos especiales también me gustan porque expanden al posibilidad del cine de crear mundos alternos, lugares lejanos, creaturas extrañas y medios de transporte únicos.

En el veranos del 2005, mi hermano estaba por tener a su primer hijo, como era costumbre escogíamos un par de pelis veraniegas para asistir juntos, aprovechar una de las cosas que teníamos en común para pasar un rato juntos que fuera disfrutable para los dos. Yo estaba muy escéptico del inicio de una nueva serie de pelis de Batman, las dos que hizo Tim Burton me parecían en aquél momento un logro bastante decente de llevar aquél comic al cine, suficientemente oscuras y al mismo tiempo accesibles al público, y aunque las dos secuelas que hizo Joel Schumacher fueron un desastre total, encontraba difícil que se hiciera algo superior a lo que un director que parecía perfecto para dirigir cómics había logrado en Batman y Batman Returns. Además Nolan, que dirigía la nueva peli, no había superado aún la prueba de director sólido y constante, su Memento lo había puesto en el mapa pero el remake de Insomnia era tan burdo y obvio, que no estaba seguro que era capaz de llevar a cabo un proyecto tan grande.

Cuando se prendieron las luces del cine, mi hermano estaba muy emocionado, todos los juguetes del hombre murciélago, todas las persecuciones y peleas habían llenado sus expectativas, y yo, no pude evitar pensar que las películas de Burton eran una caricatura divertida, comparado con la que acababa de ver. La cinta tiene un par de hoyos en el guión y Nolan no filma acción de manera interesante, es decir recurre al truco más viejo que es intercortar rápidamente un montón de tomas para darnos la sensación de velocidad y emoción, pero casi siempre nos perdemos en el espacio y orden en que suceden los balazos; sin embargo, su Batman es sumamente real, se deshace de la estética comic y establece una Ciudad Gótica que podría ser Nueva York o Londres, le quita el nivel de caricatura a los villanos y los establece como seres con planes e intereses lógicos, además logra un superhéroe sumamente oscuro, pero real a la vez, lo cual funciona perfecto con un personaje que no tiene superpoderes.

El sábado pasado me volví a sentar escéptico esperando que The Dark Knight Rises fuera la decepción que fue su trailer, exagerado, ruidoso y con demasiada prisa por cerrar la trilogía. También debo admitir que me parece imposible superar lo que hizo con la segunda parte, The Dark Knight, y aunque en mi opinión no logra mejorar la historia que cuenta la lucha de Batman contra el guasón, es un gran intento por lograrlo.

La cinta sucede 8 años después de la anterior, Batman se ha retirado y su ciudad parece ser una lugar seguro de nuevo. De forma muy sutil Nolan nos pone al día con los personajes que ya conocemos y con calma nos presenta a quienes son nuevos para la historia, de hecho el gran secreto del director en las tres pelis es su capacidad de construir personajes justo antes de que explote la historia, la narración se detiene cuando tiene que hacerlo aunque implique esperar más para las grandes secuencias de acción, pero el efecto emocional que genera este esfuerzo vale la pena, justo cuando las cosas empiezan a salir mal, nos preocupan los personajes, entendemos su circunstancia y nos importa su destino.

Sin entrar en detalles que arruinen la película para nadie, me atrevo a decir que salí satisfecho de la última versión de Batman. Que el superhéroe que ha decidido crear el realizador inglés es probablemente el que resultará más sólido, no sólo para lo aterrizada de la realidad en que sitúa la película sino por que empuja fuera de la historia cualquier elemento de caricatura, cualquier concesión comercial de hacer la cinta amigable para niños y adolescentes tempranos. Es un peli violenta y dura en sus imágenes, los villanos escapan rápidamente de lo sobrenatural y por lo tanto se vuelven verdaderas amenazas, Bruce Wayne es tan falible que muy pronto  dudamos de su capacidad para combatir el mal.

Si tuviera que explicar por qué no supera a la segunda entrega de la serie, podría decir que todo es circunstancial, la posibilidad de una mejor cinta estaba ahí, pero la necesidad de cerrar la historia, apresura y exagera un par de circunstancias, los obliga a dar un par de giros sorpresa que no hacen tanta lógica y liga un poco forzado algunas cosas las dos pelis anteriores. También es difícil superar no sólo la actuación de Heath Ledger como el guasón, sino también la construcción de un personaje que se ha vuelto verdaderamente icónico y que logra salir de las dos dimensiones del cómic para convertirse en una amenaza real. Con esto no quiero despreciar el trabajo que se hizo con Bane y Gatúbela, ambos casting son perfectos y la línea narrativa que sigue cada uno se logra casi a la perfección, logrando generar la posibilidad de un villano realmente posible.

Nolan deja varias puertas abiertas, aunque ha dicho que con esta entrega termina su participación con Batman, pero no me extrañaría que los grandes estudios estuvieran planeando alguna forma de continuar la saga, quizá echándola a perder  como lo hicieron con la que inició Burton. Yo creo que en un futuro no muy lejano dedicaré una sola tarde a ver las tres películas juntas, puede ser que sea un gran pretexto para convivir con mi hermano.