martes, 3 de enero de 2012

Deja Vú. Esa peli ya la vi


Mi tía Jenny, hermana de mi abuela paterna, me contó una vez como PEMEX le había conseguido marido a ella y a su hermana menor (mi abuela Olga). La historia era larga, pero se resume con decir que tanto mi tío abuelo como mi abuelo, llegaron a tierras tabasqueñas siendo empleados de la empresa petrolera. Yo no veía muy seguido a mi tía Jenny, pero cierto diciembre, escuche por lo menos unas 8 veces la anécdota de los jóvenes ingenieros que llegaron a Villahermosa y encontraron esposas. La historia no cambiaba mucho de una a otra vez que me la contaban, de hecho me impresionaba la precisión con que recordaba detalles y que  no se diera cuenta (o no le importara) que estaba repitiendo la misma conversación con la misma persona.

Una noche, estaba viendo Mulholland Drive por enésima vez y pensé en mi tía Jenny, he visto la peli de David Lynch tantas veces que empiezo a preguntarme si no es algo parecido, conozco la historia, los planos, la música y tengo mi interpretación precisa de lo que sucede, parece que no hay forma de encontrar cosas nuevas y sin embargo es una cinta a la que regreso seguido para sentir cosas que nada más me hace sentir. Me gusta ver películas una y otra vez, algunas por morbo, otras por disciplina, otras por flojo y hasta por tonto, en algunos casos por obsesivo y debo confesar que me dan mucha curiosidad los remakes de películas que me han gustado mucho, aún cuando en general las experiencias son malas, me gusta comparar estilos de técnica y fondo, ver como interpreta un director lo que en algún momento fue la visión de otro.

Hay tres tipos de remakes, los no autorizados o no reconocidos, casos como Avatar, donde claramente tomaron el guión de Dances With Wolves y pusieron pitufos gigantes donde decía apaches y dragones donde decía caballos. Para nuestra fortuna, James Cameron sabía lo aburrida quera la historia original y la vistió con colores, plantas raras, naves espaciales y ese asunto raro que sucede entre las colas de los pitufos y los animales. Otro buen ejemplo fue el fiasco titulado Insidious, donde claramente el director decidió que era momento de una nueva versión de Poltergeist, esta vez más ruidosa, menos lógica y con unos términos paranormales que me hicieron sentir avergonzado de estar en el cine.

El segundo tipo de remakes es el que está basado en una película vieja o de otro país, en esta categoría caben infamias terribles como la versión de Psycho de Gus Van Sant, que a demás de ser un ejercicio irrelevante, resultó ser lo peor que ha hecho el director (incluyendo Finding Forrester), o la tormentosa e innecesaria nueva versión de Karate Kid (¿en qué retorcido y decadente mundo es Jackie Chan el equivalente de Pat Morita?) o las versiones en inglés de Abre los Ojos y Ringu donde la única intención es copiar y exagerar películas para gringos que les da flojera leer subtítulos y casos terribles como City of Angels que simplemente decide hacer una versión Light y aburrida de las películas originales de Wenders. De vez en cuando existen remakes que superan a la original como el caso de True Grit de los hermanos Coen, donde encuentran espacio para contar una historia sólida de mejor manera y añadir un contexto que devela un nuevo significado a una historia que ya existía.

Por último existen los remakes, que no son copias ni homenajes, sino interpretaciones de un material escrito previamente, es decir, una nueva adaptación de un libro, lo cual no necesariamente es una copia de la película original, sino una nueva interpretación. Nadie puede decir que Romeo & Juliet  de Bas Luhrman es un remake a la versión de Franco Zeffirelli, la obra original es de Shakespeare y las películas que de ahí salgan no son necesariamente copias unas de otras. Está el caso de Solaris, la novela de Stanislaw Lem, donde un científico vuela a una estación espacial sobre un mar en otro planeta para evaluar si la misión debe seguir existiendo o no. Una vez ahí se encuentra con el recuerdo materializado de su difunta esposa. La primera versión de Andrei Tarkovsky, quien hace una cinta sobre la distancia entre las emociones y la racionalidad, una reflexión sobre la memoria a través de los miedos y culpas de su protagonista, la segunda es de Steven Soderbergh, quien decide  enfocarse en la historia de amor perdido y entregarnos una película emocional sobre las cosas que perdemos y no queremos dejar ir. En lo personal prefiero la versión rusa, creo que es más elegante, propositiva visualmente y tiene una atmósfera más rica; sin embargo, no puedo decir que la versión gringa es una pérdida de tiempo, de hecho creo que está bastante cerca del espíritu original del libro. Otro buen ejemplo es la novela de John Avide Linqyist Lat den Ratte Komma In que llegó a los cines en inglés como Let The Right One In y a los mexicanos como Déjame Entrar. La versión original es sueca y cuenta la historia de amor/amistad entre un niño solitario y una niña vampiro, esta primera versión es una pequeña joya, una cinta de horror que no pretende hacer versiones fresas de los seres chupasangre, pero que logra sutilmente un grado emocional sobre el drama que representa enamorarse de un vampiro a los doce años. La versión americana, aunque motivada por el éxito de la sueca, es una adaptación diferente del libro, donde permanece la historia de los niños, pero añade un toque de película de detectives para ahorrarnos ciertos puntos que quedan poco claros en la película original. Una vez más me quedo con la primera versión, simplemente tiene mucho mejor atmósfera, es más violenta y directa, pero una vez más la historia contada por lo gringos podría haber sido una buena adaptación de la novela y para el espectador que no conoce la original, esta versión es más que suficiente para conocer la historia.

La primera vez que me contaron la historia de Lisbeth Salander tuve que imaginarme todo, empecé a leer los libros porque todo el mundo lo estaba haciendo y decidí no quedarme fuera de la moda. Me gustó mucho el primer libro, regular el segundo y el tercero no entendí por qué fue escrito. Cuando salió la primera película en sueco, sabía que ya estaba en proceso de producción la versión gringa y con el conocimiento de que el director era David Fincher, asistí a ver Los Hombres que No Amaban a las Mujeres sabiendo que la vería por lo menos una vez más pero en inglés. La versión original es una adaptación bastante buena del libro, de hecho la mayor parte de las omisiones que se tuvieron que cortar de la historia me parecieron acertadas e incluso llegué a preguntarme si no sobraban en el libro, de la misma forma que creo que todo lo que agregó el director, está de más, la obsesión de Mikael con una Harriet como amor de su infancia, no funcionó y los flashbacks que se usaron para que simpatizaramos con la joven desaparecida sólo terminaron en momentos cursis bastante innecesarios. Es justo decir que me gustó la versión sueca.

The Girl With the Dragon Tatoo es en verdad una gran sorpresa, siendo la tercera vez que me sentaba a que me contaran esa historia, puedo decir que sólo me arrepiento de no haber entrado al mundo de Stieg Larsson por la peli de David Fincher. No sólo la adaptación es más fina que la versión sueca, la dirección es muchas más elegante y precisa, y la música creada por Trent Reznor le agrega suspenso al montaje general de la cinta, incluso el final simplificado resulta más satisfactorio que el de la misma novela. Quizá mi única crítica fuerte es la falta de crudeza, las secuencias de violencia son suficientemente explicitas para dejar claro el mensaje, pero le falta el alto impacto que genera la lectura del libro o la primera versión cinematográfica. Pero Fincher demuestra que es capaz de un cine maduro, entretenido y sensible.

Quizá lo que vale la pena de valorar todo esto es descubrir que el cine es un lenguaje que se presta a múltiples interpretaciones, desde las que quieren romper las barreras del lenguaje, hasta las que encuentran la forma de tener más de un significado.