Mi hermano Néstor es dos años más chico
que yo, estudió derecho, le gustan las comedias de Adam Sandler, la música de
boda, y el fútbol. Crecimos juntos en la misma casa y durante muchos años
compartimos cuarto, juguetes y algunas amistades; sin embargo, conforme fuimos
creciendo, nuestros intereses no pudieron volverse más diferentes, a él le
gustaba jugar todo tipo de deportes al aire libre y a mí me gustaba encerrarme
en mi cuarto a escuchar música, él ponía la estación de radio de moda y le
gustaba casi cualquier cosa que tocaran y yo pasaba horas grabando cassettes
con música cuidadosamente escogida para el estado de ánimo que reinaba en
alguna semana. Los domingos mi hermano pasaba la tarde esperando el partido del
América y yo aprovechaba para ver dos o tres películas en plaza universidad.
Una vez superada la adolescencia, ambos empezamos a practicar la tolerancia y
encontrar terrenos en común, discusiones sobre política, discos viejos de U2,
partidos de la selección en mundiales y películas épicas de acción, en especial
estrenos de verano llenos de efectos especiales y explosiones.
La primera vez que trabajé en un
comercial grande con muchos efectos especiales, empecé a desarrollar una
fascinación por la complejidad técnica que requiere hacer compuestos visuales,
desde la planeación, la ejecución en el set y las horas de diseño que se pasan
en la post. Y así se abrió la posibilidad de ver muchas más películas. Cada vez
que veo un trailer lleno de seres digitales, robots o batallas impresionantes,
no puedo evitar ir al cine y pasar horas analizando como hicieron cada uno de
los trucos que se ven en la pantalla, principalmente por esta razón me he
vuelto adicto a los estrenos de verano, desde Lord of the Rings, hasta los G.I.
Joe. Y aunque casi siempre los mejores efectos especiales coinciden con las
mejores películas (Matrix, District 9,
Black Hawk Down), debo confesar que he disfrutado pelis terribles sólo por
la manufactura de sus efectos especiales (Matrix
Revolutions, Transformers, The Day After Tomorrow). Los efectos especiales
también me gustan porque expanden al posibilidad del cine de crear mundos
alternos, lugares lejanos, creaturas extrañas y medios de transporte únicos.
En el veranos del 2005, mi
hermano estaba por tener a su primer hijo, como era costumbre escogíamos un par
de pelis veraniegas para asistir juntos, aprovechar una de las cosas que
teníamos en común para pasar un rato juntos que fuera disfrutable para los dos.
Yo estaba muy escéptico del inicio de una nueva serie de pelis de Batman, las
dos que hizo Tim Burton me parecían en aquél momento un logro bastante decente
de llevar aquél comic al cine, suficientemente oscuras y al mismo tiempo
accesibles al público, y aunque las dos secuelas que hizo Joel Schumacher
fueron un desastre total, encontraba difícil que se hiciera algo superior a lo
que un director que parecía perfecto para dirigir cómics había logrado en Batman y Batman Returns. Además Nolan, que dirigía la nueva peli, no había
superado aún la prueba de director sólido y constante, su Memento lo había puesto en el mapa pero el remake de Insomnia era tan burdo y obvio, que no
estaba seguro que era capaz de llevar a cabo un proyecto tan grande.
Cuando se prendieron las luces
del cine, mi hermano estaba muy emocionado, todos los juguetes del hombre murciélago,
todas las persecuciones y peleas habían llenado sus expectativas, y yo, no pude
evitar pensar que las películas de Burton eran una caricatura divertida, comparado
con la que acababa de ver. La cinta tiene un par de hoyos en el guión y Nolan
no filma acción de manera interesante, es decir recurre al truco más viejo que es
intercortar rápidamente un montón de tomas para darnos la sensación de
velocidad y emoción, pero casi siempre nos perdemos en el espacio y orden en
que suceden los balazos; sin embargo, su Batman es sumamente real, se deshace
de la estética comic y establece una Ciudad Gótica que podría ser Nueva York o
Londres, le quita el nivel de caricatura a los villanos y los establece como
seres con planes e intereses lógicos, además logra un superhéroe sumamente
oscuro, pero real a la vez, lo cual funciona perfecto con un personaje que no
tiene superpoderes.
El sábado pasado me volví a
sentar escéptico esperando que The Dark
Knight Rises fuera la decepción que fue su trailer, exagerado, ruidoso y
con demasiada prisa por cerrar la trilogía. También debo admitir que me parece
imposible superar lo que hizo con la segunda parte, The Dark Knight, y aunque en mi opinión no logra mejorar la
historia que cuenta la lucha de Batman contra el guasón, es un gran intento por
lograrlo.
La cinta sucede 8 años después de
la anterior, Batman se ha retirado y su ciudad parece ser una lugar seguro de
nuevo. De forma muy sutil Nolan nos pone al día con los personajes que ya
conocemos y con calma nos presenta a quienes son nuevos para la historia, de
hecho el gran secreto del director en las tres pelis es su capacidad de
construir personajes justo antes de que explote la historia, la narración se
detiene cuando tiene que hacerlo aunque implique esperar más para las grandes
secuencias de acción, pero el efecto emocional que genera este esfuerzo vale la
pena, justo cuando las cosas empiezan a salir mal, nos preocupan los
personajes, entendemos su circunstancia y nos importa su destino.
Sin entrar en detalles que
arruinen la película para nadie, me atrevo a decir que salí satisfecho de la última
versión de Batman. Que el superhéroe que ha decidido crear el realizador inglés
es probablemente el que resultará más sólido, no sólo para lo aterrizada de la
realidad en que sitúa la película sino por que empuja fuera de la historia
cualquier elemento de caricatura, cualquier concesión comercial de hacer la
cinta amigable para niños y adolescentes tempranos. Es un peli violenta y dura
en sus imágenes, los villanos escapan rápidamente de lo sobrenatural y por lo
tanto se vuelven verdaderas amenazas, Bruce Wayne es tan falible que muy
pronto dudamos de su capacidad
para combatir el mal.
Si tuviera que explicar por qué
no supera a la segunda entrega de la serie, podría decir que todo es
circunstancial, la posibilidad de una mejor cinta estaba ahí, pero la necesidad
de cerrar la historia, apresura y exagera un par de circunstancias, los obliga
a dar un par de giros sorpresa que no hacen tanta lógica y liga un poco forzado
algunas cosas las dos pelis anteriores. También es difícil superar no sólo la
actuación de Heath Ledger como el guasón, sino también la construcción de un
personaje que se ha vuelto verdaderamente icónico y que logra salir de las dos
dimensiones del cómic para convertirse en una amenaza real. Con esto no quiero
despreciar el trabajo que se hizo con Bane y Gatúbela, ambos casting son
perfectos y la línea narrativa que sigue cada uno se logra casi a la
perfección, logrando generar la posibilidad de un villano realmente posible.
Nolan deja varias puertas
abiertas, aunque ha dicho que con esta entrega termina su participación con
Batman, pero no me extrañaría que los grandes estudios estuvieran planeando
alguna forma de continuar la saga, quizá echándola a perder como lo hicieron con la que inició
Burton. Yo creo que en un futuro no muy lejano dedicaré una sola tarde a ver
las tres películas juntas, puede ser que sea un gran pretexto para convivir con
mi hermano.