jueves, 22 de marzo de 2012

Íra N


Si uno busca en Google el nombre Marco Cancino, aparecen sitios y cuentas de redes sociales de un comentador de futbol de Televisa, un poco más abajo encontramos al Marco Cancino del que quiero hablar, un brillante politólogo egresado del ITAM que ha trabajado para el CIDAC, el Instituto Nacional de Migración,  y un lugar que hacía tortas en Madrid. Yo lo conocí por coincidencia un día que hablamos de cine y descubrimos que por lo menos teníamos eso en común. Muy pronto se convirtió en un gran compañero de muestras de cine, proyecciones oscuras y caseras. Con él, organicé un ciclo de pelis en la universidad, y durante mis años de estudiar cine, fue una de esas personas que me hacían sentir bien por mi pequeños proyectos estudiantiles. En una visita que hizo a Nueva York, encontró un lugar que terminaría aportando fondos para un cortometraje que se llama Tótem Insecto. Puedo decir con seguridad que Marco era uno de mis amigos cinéfilos favoritos.

Daniel Auteuil es un actor francés que es como la versión europea de Adam Sandler, es decir, cada película que hace es un repetición del mismo personaje en una trama distinta, así como Sandler es hijo del diablo, cantante de bodas  o hermana gemela de él mismo, Auteuil siempre le hace de un tipo solitario que en una peli tiene que conseguir un amigo, en otra criar un hijo con síndrome de down y en una especial a un hombre que pretende ser gay para que no lo corran del trabajo. A mi amigo Cancino le gusta mucho la última peli que mencioné, la tiene en su casa y cada vez que ve algo de cine de “arte” que considera aburrido, regresa a su casa y se ríe con las peripecias de Francois Pignon. Sucedió cuando intentamos ver Last Days de Gus Van Sant y cuando le recomendé Luz Silenciosa de Carlos Reygadas. Debo decir que no soporto los últimos 10 años de cine francés, ni en sus dramas repetitivos, ni en sus comedias inteligentes, mucho menos en sus aberraciones de acción. Aunque debo admitir que los contados casos que disfruto, los puedo poner muy alto en la lista de buenas películas.

Los oscares dan un premio a mejor película en un idioma extranjero, lo que incluye pelis que no se hablen en inglés sin importar el país que las produce. La cinta francesa The Artist, pudo ganar mejor película porque los cartones negros están en inglés y la peli gringa de Mel Gibson sobre el sadomosquismo de Cristo, tendría que entrar en la categoría de película en idioma extranjero, por estar en arameo. Esto puede llevar a pensar que toda peli que no está en inglés, es cine de arte porque no se hizo dentro de Hollywood, de ahí que cosas como Le Plecard, pasan como películas buenas o importantes. Alguna vez dije que preferiría ver una y otra vez Austin Powers: The Spy Who Shagged Me antes que volver ar ver la peli que reconforta tanto a mi amigo Marco, seré muy simple, pero encuentro los chistes más graciosos y la propuesta visual más interesante. Le Plecard no ganó ningún premio internacional importante, pero si define la actitud de solemnidad con la que recibimos películas no inglesas, en especial las que ganan el oscar a mejor película extranjera.

Como en toda la historia de los oscares, hay todo tipo de resultados en el premio  a la peli no hablada en inglés, los ridículos (Antonia, 1996), los bien merecidos (El Secreto de Sus Ojos, 2000), los obvios (La Vitta e Bella, 1999), los sorpresivos (No Man´s Land, 2003), los cursis (Kolya, 1997), y este año al parecer la categoría sería premio político (A Separation, 2012).

El cine iraní es poco y es difícil que llegue a muchos lados, entre presupuestos y restricciones a la libertad de expresión, queda poco margen para que se cree una industria grande con distribución mundial, por esto resulta siempre un evento importante cuando llega a occidente una de sus historias. La primera peli iraní que vi en mi vida se llama El Globo Blanco y recuerdo que me impresionó mucho la sencillez de un guión que contaba una historia redonda sin huecos y lo poco que sabía yo sobre la vida en Irán, al parecer la gente de allá encuentra su vida bastante cotidiana, había poco malestar político y nadie parecía estar sufriendo, más bien daba al impresión que hay una vida por allá además de la que vemos en los noticieros. Después descubrí al gigante Kiarostami, quien puede ser ya considerado más cineasta del mundo que de su natal Irán. En su caso, no sé que tan representativo sea de su cultura y costumbres porque su estética y obsesiones corresponden a asuntos más etéreos que terrenales, pero sin duda es una las figuras más relevantes del cine hoy en día.

La Separación, es mucho más representativa de un Irán hoy en día, la historia parece simple, una pareja decide divorciarse y pelear por la custodia de su hija, quien vive con el padre en lo que se toman decisiones finales. El abandono de la mujer del hogar comienza a presentar una serie de dificultades en la vida diaria que acaban complicando la existencia del protagonista al punto de llegar a un conflicto legal por ser causante de un aborto. La cinta retrata una sociedad que parece, por lo menos en la peli, más abierta de lo que creemos y un país más civilizado del que parece en CNN. Justo por esto, creo que gana el premio de la academia, por mostrar un lugar que no está lleno de campos de terroristas ni manifestaciones anti yanquis, justo en una época donde la invasión puede convertirse en algo inevitable. La peli recibe un premio para ver si logra que más gringos vean las coincidencias que tienen con el pueblo al que amenaza tanto su libertad.

La peli no es la típica ganadora del oscar, es una historia mucho más cotidiana donde se formulan las cuestiones familiares, espirituales y legales de una sociedad que no se ve a si misma como peligrosa o retrograda.

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